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Domingo7

Gobierno que no dialoga, gobierno mediocre

 

Quien teme la crítica de la gente

nunca será capaz de hacer nada valioso y duradero.

 

Mahatma Gandhi

 

JAVIER VARELA

 

 

Lázaro Cárdenas visitó un día Fresnillo. Ya era presidente de la república. Un hormiguero humano salió a recibirlo. Todos querían hablar con él, agradecerle, pedirle, quejarse de políticos sinvergüenzas. Acercarse al presidente parecía empresa imposible. Uno de aquellos ideó un plan: desde lo parejo era invisible al presidente, pero no desde lo alto. Así que subió a un poste de la luz y empezó a hacerse notar, a gritos, con palabras desordenadas, tono subido para que su voz fuera oída. El jefe de la guardia del presidente ordenó bajar a ese loco imprudente, que dejara de incomodar al primer mandatario. Lázaro Cárdenas se dio cuenta y pidió, sí, que lo bajaran, pero que lo trajeran a su presencia. La palabra es para decirse y para escucharse. ¿Quién eres? Soy Samuel Meléndez, del Teul, Zacatecas. Y platicaron lo que había que decirse. Con sinceridad y ánimo de entenderse.

Así era Lázaro Cárdenas, el último buen presidente que hemos tenido. Cárdenas gobernó escuchando. De pueblo en pueblo y de gente en gente. Atento a las preguntas y a lo que tuvieran que decir los ciudadanos. Enterándose de reclamos y penurias. Su oído tenía el raro atributo de la paciencia para la voz de los humildes. Su lengua era medida. Hablaba poco. Y la gente sabía que era cierto cuando decía o no. Tata Lázaro. Escuchó al pueblo, aceptó críticas y cumplió lo que prometió. Por eso vive en la memoria del pueblo mexicano. Por eso su obra es valiosa y duradera.

El problema de los gobernantes es que evaden el diálogo. Se sienten superiores a los gobernados. Para ellos no cuenta la voz de la población. Gobiernan sin escuchar. Hacen su deber pisoteando el sentir de la gente. Para la mayoría de los gobernantes la crítica es palabra sin valor y razón. El gobernante común, mediocre, da la espalda a la crítica. Por eso nunca mejora, porque no está dispuesto a darse de cuenta de sus errores, mucho menos tiene la intención de corregir lo que realiza mal.

Quien tiene el poder debería saber que está propenso a equivocarse. La crítica es una defensa de los ciudadanos. Murmuraciones, rumores, descontento, chistes contra la verdad oficial, son formas de crítica oral. Siempre la ha habido y siempre la habrá. También está presente la crítica escrita, obra de aquellos que se interesan por el destino del mundo, que se enteran de la realidad, que tienen acceso a la lectura que ilustra y ponen sus ideas en un papel que será leído por otros.

Se equivoca doblemente el gobernante que evade las dos formas de crítica, la oral y la escrita. Al negarse a escuchar se empeña en permanecer en el error y también sigue en la terquedad de gobernar solo, alejado del aprecio y la confianza de los ciudadanos. Y un gobernante que no escucha está condenado a la mediocridad y al olvido. Ejemplos hay muchos.

La actual administración va por ese camino. Terquedad y sordera distinguen al actual presidente municipal y a su equipo. Gobiernan sin escuchar. Mandan sin dialogar. Administran alejados del pueblo. Por ese camino no harán nada digno de recordar.

 

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