La del Partido de la Revolución Democrática fue una elección contaminada por el petróleo
ROSENDO GUERRERO MARISCAL
Por la buena acogida que está teniendo entre los ciudadanos de ésta y otras poblaciones del Cañón de Tlaltenango, y porque la intención precisa de Domingo 7 es la de informar con veracidad y seguir abriendo surco en la región, en esta nota intentaremos encontrar una explicación a lo que está ocurriendo en estos días con la elección interna del PRD.
Este proceso tuvo por objeto elegir a los presidentes y secretarios de los comités ejecutivos nacional y los 32 estatales, aparte se tuvo que votar por planillas de consejeros nacionales, estatales y delegados a los congresos nacional y estatales. La atención de los militantes se enfocó sobre las planillas de candidatos postulados para presidir los comités ejecutivos, sobre todo el nacional. En esta contienda participaron seis planillas, pero las que acapararon la atención fueron las presididas por Alejandro Encinas que encabezaba la línea López Obradorista, y Jesús Ortega, de los llamados Institucionales.
Fundado en 1989, tras la experiencia del gran fraude cometido por Carlos Salinas y Miguel de la Madrid en 1988 contra el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, que contendió por el frente Democrático Nacional, desde el principio los militantes se comprometieron a luchar por la democracia, por lo cual la plataforma de principios se proponía desterrar el presidencialismo autoritario, la simulación de elecciones supuestamente libres, y el fraude de la imposición.
Lo ocurrido a partir del día 16 de marzo en curso, día de la elección, desdice totalmente estos principios. Si nos atenemos a lo que están informando los diferentes medios, especialmente las imágenes que están mostrando las dos empresas de cobertura nacional, telebasura y telerisión Azteca, han resurgido métodos de fraude que se pensaba habían quedado en el basurero de la historia. Juzgue el lector: urnas embarazadas, carrusel y tacos de votos, padrón rasurado en algunos estados e inflado en otros, desmedido acarreo de votantes, compra de votos y uso de recursos públicos, quema y robo de urnas y destrucción de paquetería electoral y lo peor, la intervención de porros y grupos de choque para reventar el proceso. Decididamente, esta elección más que democrática, parece más bien un colosal atentado contra la democracia en el que, si bien la premeditación nació al interior del partido, los ingredientes de la alevosía y la ventaja se gestaron en el exterior.
La mayoría de los ciudadanos que ha estado alevosamente desinformada durante toda la semana santa, sin duda piensa que "esto está en chino y es imposible descifrarlo" y ¡no! la verdad es que no es tan difícil conocer quienes son los autores del entuerto, aunque para saberlo quizás es necesario consultar lo que han hecho los buenos novelistas del triller y la novela policíaca, por ejemplo Conan Doyle, Agatha Christie y Paco Ignacio Taibo.
Tanto Sherlok Colmes, como el inspector Maigreto, el detective Belascoarán cuando se les pide intervengan para investigar quienes fueron los autores de un determinado crimen o atentado, siguen esta pauta de averiguaciones: 1) ¿Cuáles son los escenarios y el teatro de los hechos en el momento en que se cometió el atentado? 2) ¿Quiénes eran los enemigos? 3) ¿Cuál fue el factor determinante para decidirse a cometerlo? 4) ¿Hubo algún hecho adicional que diese motivo para apresurar el crimen? 5) y última: ¿La presunta víctima, sabiendo lo que se estaba jugando, se puso "de pechito y les provocó"?
Primera averiguación: el teatro de los acontecimientos es este país que hoy podemos llamar "Los Estamos Hundidos Mexicanos". Lo que se está escenificando es la lucha por el poder, o como algunos les llaman "la disputa por la nación". No es nueva esta lucha, comenzó en 1810, aunque entonces los contendientes se llamaban "conservadores y progresistas".
No es necesario ir tan lejos para emprender la segunda averiguación, y en este caso hay que partir de la muy cuestionada elección presidencial de julio de 2006. Luego del vergonzoso fallo del Tribunal Electoral, Felipe Calderón dijo el discurso más breve de la historia: "puesto que 'aiga sido como 'aiga sido (sic)' yo gané la elección, tengo derecho a sentarme en la silla presidencial". Ante eso, millones de mexicanos reunidos en la Convención declaran ganador a AMLO y le nombran Presidente Legítimo.
Calderón, a pesar del colosal aparato de propaganda televisiva, no ha podido presumir de ser (en la frase de Díaz Mirón) "una de esas aves que cruzan el pantano y no se manchan", pues los gritos de espurio e ilegítimo le acompañan a donde quiera que va. López Obrador ha dejado de ser adversario y se ha convertido en el enemigo público número uno y el hombre a vencer de los calderonistas y sus prominentes aliados.
Claro, hay más agravios que justifican la averiguación. En estos días la disputa por la nación se ha transformado de manera concreta en la disputa por el petróleo, que quizá es lo último que le queda al antiguo cuerno de la abundancia. AMLO constantemente está recordando al pueblo que privatizar el petróleo y ponerlo en manos de inversionistas extranjeros es hipotecar el futuro de la nación. Calderón, en cambio, no cesa de pedir al congreso las reformas constitucionales que permitan enajenarlo.
Por mucho menos que esto murió Luís Donaldo Colosio, pero aun hay más: la denuncia de AMLO que, con pruebas precisas y contundentes, presentó contra Juan Camilo Mouriño, el delfín de Calderón acusado de conceder jugosos contratos de Petróleos Mexicanos a su propia familia. Este fue el hecho determinante, la gota que derramó el vaso y lo que les motivó a incursionar en un proceso en el que el PRD se les puso de "pechito". Está claro que su intención era evitar que ganase Encinas, viejo luchador social y que como AMLO, es indoblegable. Con esto le pegarían al movimiento de Resistencia Civil Pacifica y debilitarían al PRD, o provocarían la ruptura. Ortega, en cambio, es negociador y a veces se deja torcer la mano.
Telebasura fue nuevamente caja de resonancia pero los actos más escandalosos tuvieron lugar en Oaxaca (donde participaron porros de Ulises Ruiz), más también en Veracruz, Tamaulipas, Durango, Guanajuato y otros estados donde los gobernantes suelen partir el turrón con Felipe Calderón.
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