Para que florezca la alegría
PLAZA DE ABAJO
Para que florezca la alegría
JAVIER VARELA
El mundo en que vivimos tiene realidades injustas, dolorosas: hay desempleo, el salario alcanza para muy poco, el campo está abandonado, los jóvenes permanecen excluidos de las instituciones, cada vez son más las personas que dejan su tierra para buscar mejor vida; la política ha sido convertida en codicia, privilegios para los dirigentes y atole con el dedo para el pueblo.
Ante esta situación tenemos tres opciones: La primera, perder la esperanza, pensar que siempre han sido así las cosas, que no podemos cambiar nada y que es mejor no meternos en lo que no nos importa. Encerrarnos en nuestra casa para dedicarnos a asuntos personales y familiares. Dejar que ruede el mundo. La indiferencia es su distintivo.
La segunda alternativa es la de aquellos que prefieren sacar provecho y toman una actitud cínica y convenenciera. Se acercan servilmente con quienes mandan y hacen todo lo posible por quedar bien. A estas personas las mueve la avidez del dinero o la sumisión al poder.
Una tercera opción es la de aquellos que prefieren respetar sus principios y permanecen al lado del pueblo. Deciden hacer algo y se unen para luchar contra lo que está mal. Es un contrapoder para resistir a la corrupción, a los malos manejos y al mal uso de la autoridad. Estos ciudadanos buscan formar una opinión pública consciente de sus derechos y sus deberes.
Este contrapoder (las personas que se ayudan para mejorar su comunidad) busca que para todo mundo haya justicia, trabajo, vivienda digna, libertad, respeto y paz. El contrapoder no pretende imponer nada, ni actúa por revancha. Simplemente lucha por el bien común. Por eso utiliza todos los medios pacíficos que tiene a su alcance para exponer su voluntad, para tratar de convencer, para comunicar ideas y sentimientos positivos y para convocar a todas las personas de buena voluntad a unirse en la búsqueda de un país con menos desigualdad y más justicia.
Quienes hacemos Domingo 7 hemos elegido el camino de ponernos de acuerdo y trabajar juntos para que la población esté mejor informada y para que juntos vayamos dejando la apatía y el servilismo, con el propósito de que con la cooperación de todos vaya naciendo una nueva convivencia que se distinga por el diálogo, por el entendimiento y por el compromiso a favor de las cosas valiosas. Menos egoísmo y más solidaridad es nuestro programa.
Sabemos que muchas personas comparten estos ideales. En el fondo del corazón humano están vivas las ganas de ponerse al servicio de causas que valen la pena, de ayudar para que este mundo se enderece un poco. Esto es lo que anima la modesta iniciativa de hacer un periódico.
Será bueno que cada quien haga lo que le corresponde y que cada vez sean más las personas que abandonen la desidia, la avaricia o el servilismo, para encontrarnos de cerca en los afanes de hacer más bella y justa la realidad que nos tocó vivir. Que en cada persona florezca la alegría, esa que nace al cultivar la vida en sí mismo y en los demás.
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