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Domingo7

El maguey ha devuelto la dignidad a los campesinos

 

■ El maguey se vuelve a imponer como una oportunidad de unión y de vida: José Luis Medina, Presidente del Consejo Estatal de Productores de Mezcal.

 

HUGO ÁVILA GÓMEZ, HUGO ALDEMAR CARRILLO TOVAR y

SERGIO DE SANTIAGO GUILLÉN

 

José Luis Medina es productor de mezcal de Villa Hidalgo, Zacatecas. Ingeniero agrónomo egresado de la Universidad de Chapingo, regresó a su pueblo para ayudar a rescatar las siembras de maguey que habían sido mal vendidas por el presidente del ejido. Ahí empezó su lucha. Ahora participa en un movimiento nacional, el consejo de productores de mezcal, para hacer del maguey un modo de vida digno, que no sólo genere dinero, sino también para que los campesinos se enraícen en sus comunidades, aprendan a manejar la industria agavera y se sientan orgullosos de ser hijos del maguey.

“Durante mucho tiempo los agaves han estado relegados y nuestra tarea de reivindicación del maguey no empezó tratando de hacer mezcal, sino tratar de convivir con el maguey y darle la interpretación formal que le corresponde en la historia”, argumenta José Luis Medina.

“El maguey es parte de nuestra vida. Los antiguos mexicanos asociaban al maguey con la diosa Mayahuel, la diosa de los cuatrocientos senos, de donde alcanzaba para darle de comer a todos sus hijos que estaban en la tierra. Del maguey los mexicanos hemos obtenido casa, vestido, alimento, medicina, alegría, consuelo. El pulque no era una bebida para embrutecer, era una bebida de purificación, que era destinada a los seres más divinos, que eran los ancianos y las mujeres. El maguey es parte de nuestro desarrollo como pueblo”. En el mundo hay cerca de 270 especies de maguey, de las cuales el 80 por ciento de las mismas están en México. Ese es un regalo que tenemos que cuidar y valorar.

El maguey es una planta sagrada. Así lo trataron los primeros mexicanos. La diosa Mayahuel, la divinidad de los 400 pechos, que daba de comer a todos, con sus hojas abiertas al cielo. Sus pencas, rosetas abiertas a todos los puntos del universo, son puntos de captación de energía y significan comunión con el universo. El maguey no es una planta para embrutecer. Son muchos los usos que le ha dado la sabiduría práctica del pueblo mexicano: cura, alegra, produce fibras, alimenta, viste. “No hay en la faz de la tierra una planta tan divina como el maguey”, sostiene el ingeniero José Luis Medina.

Con la lucha del consejo de productores de mezcal, el maguey está generando vida. El consejo ha venido a dar fuerza y rumbo a los productores de mezcal de Zacatecas y de la región de denominación de origen. En un principio, todo mundo empezó plantando magueyes para venderlos a los productores de mezcal, cuando el precio del maguey andaba a 25 pesos el kilo. Ahora vale 60 centavos. En lugar de regalar su trabajo, los agricultores que siembran maguey mejor se dedicaron a organizarse en consejos estatales y en uno nacional que trabajan bajo el sistema producto, para el aprovechamiento integral del mezcal.

El consejo gestiona en nombre de todos los productores. Directamente en la ciudad de México en la Cámara de Diputados y con el gobierno federal. Desde hace tres años, en el presupuesto de egresos de la nación se destinan cantidades fijas para los productores de mezcal que cuentan con la denominación de origen en todo el país. Han dejado de depender de los políticos y del gobierno del estado para resolver sus problemas.

La organización ha dado autonomía a los campesinos productores de maguey y mezcal. Los agaveros son quienes deciden qué necesitan, qué van a hacer para resolver sus problemas y qué metas van a conseguir. Todo está especificado en un plan rector nacional, de donde nacen los proyectos específicos de cada agrupación local. Los recursos bajan directamente a cada organización, sin burocracia de políticos mediocres que sólo piensan en votos y en dinero; los recursos llegan derecho a los productores sin la intermediación de funcionarios acostumbrados a sacar ganancia de la necesidad de los campesinos. Por eso el gobierno del estado está molesto con el consejo estatal de productores de mezcal, porque dejó de controlar a un sector que ahora es libre y pujante.

A fin de cuentas, el éxito de estas empresas productoras de mezcal son la participación, la organización y el trabajo sin egoísmos. Este año de 2008 habrá consolidadas 20 fábricas productoras de mezcal en el estado de Zacatecas.

El maguey es una planta maravillosa: da alimento, salud, alegría, consuelo, trabajo, arraigo en la comunidad. El maguey está logrando que muchos campesinos dejen de emigrar, dejen de ser peones y se conviertan en empresarios. El maguey ha devuelto la dignidad a los campesinos.

Los conquistadores españoles nos quisieron quitar el maguey, el pulque, para imponernos bebidas fabricadas en Europa. Han luchado para borrarlo, para deshacerlo. Las grandes haciendas del Altiplano, en Hidalgo, estaban sembradas de maguey. Fueron devastadas las magueyeras para imponer el cultivo de la cebada, para darle vida a una industria de la cual el mezcal es competencia ahora.  “Pero hoy, el maguey se vuelve a imponer; busca a sus amigos que lo reivindiquen como una oportunidad de unión y de vida”.

Dice José Luis Medina, con evidente euforia, con voz apasionada: “El maguey ha venido recuperando terreno. Tiene que volver a su condición original por una razón: es divino. Los dioses no mueren, los dioses siempre están presentes, descansan de tanto que dan. Nos alejamos de él y hoy día regresa. El maguey vuelve a estar presente. Gracias al maguey los mexicanos volvemos a ser reconocidos por el mundo entero. Aquí a Milpillas han venido cónsules, embajadores y nos reconocen por dos cosas: la unidad de los productores de maguey “y le ponen todo el sentimiento, toda la conciencia, toda la dignidad, y todos los sentimientos de nobleza, de ternura. Aquí se trabaja sonriendo. En esta industria participa toda la familia. Los niños, las esposas y demás parientes de los socios”.

El trabajo y la unión es lo que distingue a los productores de mezcal de Zacatecas. Así lo considera José Luis Medina: “En otras organizaciones vale el dinero, el socio capitalista. Quien no tiene dinero no puede jamás con pensar en ser empresario. Con nosotros, con el consejo de productores de mezcal está cambiando esa forma equivocada de pensar. Tú vales porque aportas trabajo. Estás en la organización porque le pones joda. Ese es un socio: el que trabaja, el que tiene magueyes. Ese es un capital. Así se hacen las organizaciones, con trabajo y unión. La gente de Milpillas se acerca al Consejo y es cuando se empieza a pensar el proyecto. La sociedad de Milpillas aportó el terreno, la nave industrial, el pozo artesiano, los magueyes. Ellos han puesto capital, organización y trabajo. Por eso están empezando con devoción a producir mezcal bueno, de calidad, cien por ciento puro”.

 

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