Fábrica de mezcal en Milpillas
■ “¿Cuándo soñaba uno con esa cosa? Nunca. Antes nomás los que tenían billetes podían lograr algo así”: don José Manuel Cortés Arellano
■ Organización, unión de los socios, trabajo, apoyo del consejo estatal de productores de mezcal, son las claves de este éxito: Alfredo Cortés
■ Un ejemplo de trabajo, unión y gestión, para dejar el paternalismo del gobierno; el maguey va a arraigar a los jóvenes; aquí hay vida, más vida y mucha riqueza: consejo estatal de productores de mezcal
HUGO ÁVILA GÓMEZ, HUGO ALDEMAR CARRILLO y
SERGIO DE SANTIAGO GUILLÉN
A fines de diciembre de 2007, 13 socios logran en Milpillas empezar a producir mezcal cien por ciento puro, conforme a la norma oficial mexicana. La planta todavía no ha sido inaugurada, pero ya fue sede de un curso-taller de alcance nacional. Nada fue fácil. Enfrentaron críticas, burlas, desatenciones de funcionarios públicos, abandono y hasta oposición del gobierno del estado. Pero tienen todo el apoyo del consejo de productores de mezcal, quien ha visto en Milpillas compromiso y ganas de salir adelante. Esta actividad va a arraigar a la gente y será ejemplo de cómo hay que dejar de depender del gobierno; “no queremos gente que le traigan, sino que active para traer”, afirma convencido José Luis Medina, presidente del consejo estatal de productores de mezcal.
Hace cuatro años Alfredo Cortés y su cuñado, Jesús Correa, rentaron una taberna a Villedo Lamas en Tezonta, donde producían mezcal de manera artesanal. Cuando vieron que sí era negocio decidieron hacer una fábrica y formaron la sociedad de productores de mezcal San José de Milpillas. Nadie los tomó en serio, algunas personas se burlaban de ellos. Batallaron mucho para que les hicieran un proyecto. Héctor Alvarado y Romualdo Gurrola los ayudaron a hacer ese primer proyecto, que fue presentado en el consejo municipal de desarrollo rural sustentable. Era un proyecto modesto. Pedían 500 mil pesos. Pero no había dinero.
Antonio Mejía Haro, diputado federal en esa época, recomendó a Alfredo Cortés con José Luis Medina, presidente del consejo estatal de productores de mezcal, quien lo puso a prueba. Le pidió varios requisitos, y todos en el mismo día. Tres vueltas echaron de Zacatecas al Tèul. En la madrugada presentaron todo lo que les pedía el presidente del consejo. Eso le valió para ser aceptado. “Ya vi que traes ganas y te vamos a alivinar”. Pero ese año ya no era tiempo de bajar recursos. Se había cerrado el plazo del programa Competitividad. Era el 2005.
Para entonces, los productores de Milpillas ya habían comprado el terreno, hicieron un pozo artesiano, construyeron la nave industrial. Un millón de pesos invertido, de su bolsa. Sin ninguna ayuda del gobierno. Algunos compañeros se desmoralizaron y dejaron solo a Alfredo.
Entraron a la integradora de mezcal Tres Pueblos, ser socios les costó a cada uno 5 mil pesos. Ahí Alfredo Cortés escuchó decir al ingeniero que los asesoraba, que Hacienda les iba a perdonar 10 años de no pagar impuestos. “Hacienda no perdona ni a su madre, ¿perdonará a otro que es un extraño?”. Ahí los de Milpillas decidieron renunciar a la integradora. Pero participando en el consejo estatal.
Llegaron los recursos en el 2006 y el dinero no alcanzaba para los productores de Milpillas. Pero el ingeniero Vallejo de SAGARPA, con el apoyo del consejo estatal, les dijo que no los iban a dejar fuera, “haber como le hacían, pero los de Milpillas no se quedaban fuera”. Había como 60 millones de pesos, 18 de los cuales eran para Zacatecas. De esos 18, finalmente se acordó destinar 4 millones para los productores de Milpillas.
Esta historia no fue fácil, cuenta Alfredo. “Fue de lucha y pelea con el gobierno del estado. En lugar de ayudarnos, nos ponían trabas para que esto no se llevara a cabo. No entiendo qué planes traían. Y hasta la fecha siguen peleando para que los recursos que llegan por Competitividad los puedan manejar ellos”.
El gran logro de los productores es que ellos manejan los recursos sin intermediarios. “Ahí no puede meter la mano nadie. Viene directamente de la Cámara de Diputados. Nosotros estamos manejando directamente este negocio hasta México. No necesitamos puentes. No usamos escalones. Ya nos brincamos este escalón de aquí”, dice Alfredo.
Es una empresa familiar. Participan tres hermanos, un hijo de Alfredo, tres cuñados, un primo y cuñado del primo. Recientemente fue admitido Salvador Sandoval. No había dinero y Salvador aportó 800 mil pesos para poder ser socio. “Esto va para arriba y a la gente no le da miedo invertir en nuestro negocio. En cambio, cuando iniciamos, empezamos apostándole a algo que no era seguro. Fue un riesgo que tomamos nosotros, gacho”.
Hasta la fecha, el gobierno federal ha apoyado con siete millones de pesos y otro tanto han aportado todos los socios. El gobierno del estado ha colaborado con 218 mil pesos, por Alianza para el Campo, que a fin de cuentas también son recursos federales, que llegan al municipio, al Consejo de Desarrollo Rural Sustentable.
El siguiente reto es vender el mezcal que se empieza a producir. Alfredo Cortés tiene claro que van a seguir igual que cuando iniciaron: unidos al consejo de productores de mezcal, “al consejo no lo vamos a dejar, porque a nosotros nos ha dado muchos resultados ese consejo; gracias al consejo tenemos todo esto, y más el ingeniero Medina, que es el que más ha puchado”.
“Un sueño realizado. Una fábrica era sólo posible para gente que tiene dinero. Pero por suerte, todo nos ha salido bien. Será por azares del destino, pero todo nos ha salido de maravilla. Nos ha valido la organización y el desempeño de los compañeros. Todos se meten duro. Me tienen respeto y confianza. Creo que por los resultados que estamos dando”.
La lucha de los productores de mezcal de Milpillas, queda aclarada en pocas palabras por don José Manuel Cortés Arellano, padre de Alfredo “¿Cuándo soñaba uno con esa cosa? Nunca. Antes nomás los que tenían billetes podían lograr algo así”. Ahora tienen fábrica un grupo de campesinos que se unieron, trabajan duro y que empujan para lograr este proyecto de convivir con el mezcal.
La esperanza del consejo estatal de productores de mezcal, en voz de su presidente, José Luis Medina, es que Milpillas sea “un ejemplo más de trabajo; que Milpillas sea un ejemplo de cómo la gente se extirpa ese mal, ese cáncer que se llama paternalismo. No queremos gente que esté esperando que le traigan, sino que active para traer. Es un número ejemplo. Son trece. Un número muy bonito: 12 apóstoles y un maestro. Esto es algo divino, porque nos da la oportunidad de unirnos en torno a algo sacrosanto: nuestro trabajo. Esta actividad va a arraigar a la gente. Aquí hay mucho trabajo. Aquí hay mucha oportunidad de vivir, mucha oportunidad de estar unidos”.
¿Cuál es la importancia de la fábrica de mezcal de Milpillas? Se pregunta el ingeniero José Luis Medina y responde: “De un sueño, hoy estamos haciendo una hermosa realidad. El maguey va a arraigar a los jóvenes, porque aquí hay vida, más vida y mucha riqueza. Que la gente sepa que desde ahora este lugar ya no se llama Milpillas de Allende, sino Milpillas del Cielo, como bien dijo el embajador de la República Checa”.
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